En las últimas entradas hemos hecho un recorrido por aquellos alimentos que conviene que evitemos si deseamos mejorar nuestra salud. Además del azúcar, lácteos y carne, en las siguientes líneas veremos qué son los aceites hidrogenados, por qué son tan nocivos y en qué alimentos los encontramos. Asímismo, descubriremos por qué debemos evitar el consumo de hidratos de carbono refinados.
Aceites Hidrogenados: Grasas Trans
Evitaremos las grasas saturadas de origen animal que se encuentran en los lácteos y carne, y también las grasas trans que se hallan en las margarinas y los aceites hidrogenados.
En relación a la margarina, el organismo tarda 5 años en eliminarla. Se adhiere a los vasos sanguíneos, pudiendo aumentar hasta un 53% el riesgo de enfermedades coronarias en mujeres, según un estudio médico reciente de la Universidad de Harvard.
En su origen era blanca, pero le añadieron un colorante amarillo para que se pareciera a la mantequilla. Es muy elevada en ácidos grasos transgénicos. Aumenta el colesterol. Disminuye el Sistema Inmunitario. Aumenta el riesgo de cáncer.
La margarina, está tan lejos de ser un producto natural que sólo cambiándole una molécula se convierte en un plástico. Es una grasa hidrogenada y por tanto “trans”, nuestro organismo no la reconoce.
En cuanto a los aceites hidrogenados, hemos de saber que se fabrican para prolongar la vida del aceite, la industria alimentaria los convierte en hidrogenados o parcialmente hidrogenados y con ello ya tenemos otro factor causante de cáncer.
Los aceites hidrogenados que usan los restaurantes y la mayoría de hogares, son muy inflamatorios y tóxicos.
El proceso de hidrogenación consiste en calentar el aceite en presencia de hidrógeno y de catalizadores metálicos. Con ello se consigue conservar el aceite más tiempo, pero a la vez se crean las grasas trans, que sólo salen en las etiquetas cuando se excede de 0,5 gr. por ración. Los fabricantes, para evitar que en sus alimentos salgan “grasas trans”, ajustan las raciones hasta los 0,5 gr. y así pueden anunciar: alimento libre de grasas trans. Estas porciones individuales equivalen a unos pocos bocados, pero pocos se conforman con tan poca cantidad, y consumen más raciones y por tanto, más grasa trans.
Con la hidrogenación del aceite, también se consigue la nada saludable grasa vegetal llamada margarina y otros compuestos.
Las grasas trans también son causa de enfermedades de corazón, de interrumpir los procesos metabólicos, de producir el típico “flotador” que presiona a los órganos y al corazón.
Las grasas trans afectan negativamente las funciones cerebrales, funciones glandulares (hormonas), el transporte de oxígeno, las funciones de la pared celular, y la operación del tracto digestivo. Además, están relacionadas directamente con el cáncer.
Nuestro organismo no reconoce las grasas trans, sólo reconoce el ácido graso y lo pone a trabajar.
Las Grasas Saturadas: suelen ser sólidas y de origen animal (mantecas), mientras que las insaturadas son generalmente líquidas y de origen vegetal (aceites). Cuidado con consumir productos que en los ingredientes ponga “aceite vegetal” porque no son aceites saludables como el de oliva o el de sésamo, sino que se trata de aceites no adecuados para la salud.
La grasa en exceso es una de las causas de enfermedades degenerativas, como las cardiopatías y el cáncer.
Las grasas más saludables son las que provienen de las semillas. Es aconsejable consumir mucho omega-3 (semillas de lino, de chía,…) y la mitad de omega-6 vegetal (semillas de sésamo). Y eliminar totalmente las grasas trans industriales.
Acrilamida
Cuando los alimentos que contienen almidón (patatas, harina de cereales, snacks salados…) son sometidos al proceso de freírlas a altas temperaturas, se forman las acrilamidas, que es otro cancerígeno.
Algunas patatas fritas industriales, para ser más apetitosas, les añaden azúcar, de esta manera se suman varios elementos cancerígenos: grasas trans, acrilamidas y azúcar. Deberían llamarse patatas cancerígenas.
También suponen un problema los HIDRATOS DE CARBONO REFINADOS como la pasta, el pan blanco, la bollería y los pasteles, ya que se convierten rápidamente en glucosa y producen casi el mismo efecto que el azúcar.
Eliminación de la fibra
Si eliminamos la fibra de nuestros alimentos, perdemos el estímulo para la actividad muscular de la pared intestinal, disminuyendo de esta forma el flujo intestinal, con la consecuencia de la putrefacción de las proteínas y la fermentación de los hidratos de carbono. Al eliminar la fibra, eliminamos los prebióticos, y como consecuencia de ello, aumentamos las bacterias intestinales no saludables.
Existen más de 300 clases y un total de mil trillones de bacterias intestinales saludables viviendo en nuestro intestino. La función más importante de estas bacterias es crear enzimas madre, que se convierten en la fuente de nuestra energía vital.
Los prebióticos se encuentran en los alimentos integrales, son sustancias no digeribles que estimulan, selectivamente, el crecimiento de bacterias beneficiosas, impidiendo la proliferación de las bacterias patógenas en el tubo digestivos.
Los Hidratos de Carbono refinados, tal como nuestra sociedad actual los consume, son anti-alimentos, destructores de la salud física y mental del ser humano. En cambio los Hidratos de Carbono naturales, que los llamamos integrales, son indispensables y perfectos para la salud, y nuestro cuerpo trabaja plenamente. Son la principal fuente de energía para todas las actividades del organismo porque se transforman en glucosa de forma lenta, que se almacena para tener disponible constantemente. Sus grasas son asimiladas correctamente para convertirse también en glucosa.
Sin glucosa, las células de nuestro cuerpo, ni pueden cumplir sus funciones vitales como manufacturar las proteínas que construyen los músculos, ni las secreciones de enzimas y de otras sustancias que controlan los latidos del corazón, nuestra respiración, nuestra actividad cerebral y la expulsión de deshechos o toxinas de nuestro sistema.
El consumo de hidratos de carbono refinados es desastroso para las proteínas que, entonces, deben convertirse en glucosa y que no pueden servir para la construcción de tejidos. Además, sólo un 10% de las grasas pueden ser transformadas en glucosa, el 90% restante producen acidosis por acumulación de cuerpos cetónicos (compuestos químicos cuya función es dar energía al cerebro y al corazón en situaciones excepcionales).