Cáncer y emociones -Primera Parte-

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El cuerpo siempre obedece a las órdenes de la mente.  Las creencias, los pensamientos, las emociones, los sentimientos, los deseos, las aversiones, etc. son el software con el cual están programadas todas las células de nuestro organismo, pudiendo modificar incluso el comportamiento genético de nuestro ADN.  Es una programación diaria, segundo a segundo, que tiene sus mejores posibilidades cuando existe el amor a nosotros mismos. Nuestras células necesitan amor, aceptación de cómo somos sin censuras, del cuidado diario como respetar los horarios, comer adecuadamente, hacer relajación y practicar la meditación, estar en contacto con la naturaleza siempre que se pueda, hacer ejercicio, evitar las tensiones emocionales y resolver las del pasado…

Las emociones no expresadas son el origen de la mayoría de las enfermedades, y entre ellas el cáncer.

El cáncer está relacionado con las emociones inhibidas y un profundo resentimiento. Generalmente, por la falta de expresión de nuestras emociones más escondidas y profundas debido a conflictos internos que perduran en el tiempo, como por ejemplo: la culpabilidad, el odio, la desesperación, la tensión. Todo ello como base para que cuando ocurra una desgracia que nos supere y no sepamos expresar y compartir, se inicie la enfermedad.

La enfermedad aparece cuando nos hemos olvidado de nosotros mismos y de cuidar de nuestro mundo interior.

En nuestra sociedad vivimos casi exclusivamente en el mundo exterior. Sólo nos preocupa la relación con los demás, sin pensar en nuestro mundo interior, olvidándonos de nosotros mismos. La enfermedad nos muestra la posibilidad de abrir el diálogo con nosotros mismos, de iniciar una nueva vida y de hacernos preguntas como: ¿Quiénes somos? ¿Qué pensamos? ¿Qué queremos en la vida? ¿Cuáles son nuestros sueños?

Esta nueva vida empieza por dedicarnos tiempo para nosotros, para buscar una existencia más equilibrada, dejando atrás la ira, el resentimiento, para sustituirlos por la aceptación y el perdón hacia nosotros, para empezar a querernos y poder querer a los demás.

También tiene que dirigirse a ordenar nuestras verdaderas necesidades y comprender que la salud se encuentra en una nueva actitud frente a la vida, reconociendo que la vida merece ser vivida y nosotros merecemos vivirla.

Vivir el instante presente sin volver al pasado ni preocuparnos por el futuro.

(Puedes seguir leyendo en Alimentación, energía vital en el Cáncer)

Alimentación y enfermedad: grasas trans e hidratos de carbono refinados

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En las últimas entradas hemos hecho un recorrido por aquellos alimentos que conviene que evitemos si deseamos mejorar nuestra salud. Además del azúcar, lácteos y carne, en las siguientes líneas veremos qué son los aceites hidrogenados, por qué son tan nocivos y en qué alimentos los encontramos. Asímismo, descubriremos por qué debemos evitar el consumo de hidratos de carbono refinados.

Aceites Hidrogenados: Grasas Trans

Evitaremos las grasas saturadas de origen animal que se encuentran en los lácteos y carne, y también las grasas trans que se hallan en las margarinas y los aceites hidrogenados.

En relación a la margarina, el organismo tarda 5 años en eliminarla. Se adhiere a los vasos sanguíneos, pudiendo aumentar hasta un 53% el riesgo de enfermedades coronarias en mujeres, según un estudio médico reciente de la Universidad de Harvard.

En su origen era blanca, pero le añadieron un colorante amarillo para que se pareciera a la mantequilla. Es muy elevada en ácidos grasos transgénicos. Aumenta el colesterol. Disminuye el Sistema Inmunitario. Aumenta el riesgo de cáncer.

La margarina, está tan lejos de ser un producto natural que sólo cambiándole una molécula se convierte en un plástico. Es una grasa hidrogenada y por tanto “trans”, nuestro organismo no la reconoce.

En cuanto a los aceites hidrogenados, hemos de saber que se fabrican para prolongar la vida del aceite, la industria alimentaria los convierte en hidrogenados o parcialmente hidrogenados y con ello ya tenemos otro factor causante de cáncer.

Los aceites hidrogenados que usan los restaurantes y la mayoría de hogares, son muy inflamatorios y tóxicos.

El proceso de hidrogenación consiste en calentar el aceite en presencia de hidrógeno y de catalizadores metálicos. Con ello se consigue conservar el aceite más tiempo, pero a la vez se crean las grasas trans, que sólo salen en las etiquetas cuando se excede de 0,5 gr. por ración. Los fabricantes, para evitar que en sus alimentos salgan “grasas trans”, ajustan las raciones hasta los 0,5 gr. y así pueden anunciar: alimento libre de grasas trans. Estas porciones individuales equivalen a unos pocos bocados, pero pocos se conforman con tan poca cantidad, y consumen más raciones y por tanto, más grasa trans.

Con la hidrogenación del aceite, también se consigue la nada saludable grasa vegetal llamada margarina y otros compuestos.

Las grasas trans también son causa de enfermedades de corazón, de interrumpir los procesos metabólicos, de producir el típico “flotador” que presiona a los órganos y al corazón.

Las grasas trans afectan negativamente las funciones cerebrales, funciones glandulares (hormonas), el transporte de oxígeno, las funciones de la pared celular, y la operación del tracto digestivo. Además, están relacionadas directamente con el cáncer.

Nuestro organismo no reconoce las grasas trans, sólo reconoce el ácido graso y lo pone a trabajar.
Las Grasas Saturadas: suelen ser sólidas y de origen animal (mantecas), mientras que las insaturadas son generalmente líquidas y de origen vegetal (aceites). Cuidado con consumir productos que en los ingredientes ponga “aceite vegetal” porque no son aceites saludables como el de oliva o el de sésamo, sino que se trata de aceites no adecuados para la salud.

La grasa en exceso es una de las causas de enfermedades degenerativas, como las cardiopatías y el cáncer.

Las grasas más saludables son las que provienen de las semillas. Es aconsejable consumir mucho omega-3 (semillas de lino, de chía,…) y la mitad de omega-6 vegetal (semillas de sésamo). Y eliminar totalmente las grasas trans industriales.

Acrilamida

Cuando los alimentos que contienen almidón (patatas, harina de cereales, snacks salados…) son sometidos al proceso de freírlas a altas temperaturas, se forman las acrilamidas, que es otro cancerígeno.

Algunas patatas fritas industriales, para ser más apetitosas, les añaden azúcar, de esta manera se suman varios elementos cancerígenos: grasas trans, acrilamidas y azúcar. Deberían llamarse patatas cancerígenas.

 

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También suponen un problema los HIDRATOS DE CARBONO REFINADOS como la pasta, el pan blanco, la bollería y los pasteles, ya que se convierten rápidamente en glucosa y producen casi el mismo efecto que el azúcar.

Eliminación de la fibra

Si eliminamos la fibra de nuestros alimentos, perdemos el estímulo para la actividad muscular de la pared intestinal, disminuyendo de esta forma el flujo intestinal, con la consecuencia de la putrefacción de las proteínas y la fermentación de los hidratos de carbono. Al eliminar la fibra, eliminamos los prebióticos, y como consecuencia de ello, aumentamos las bacterias intestinales no saludables.

Existen más de 300 clases y un total de mil trillones de bacterias intestinales saludables viviendo en nuestro intestino. La función más importante de estas bacterias es crear enzimas madre, que se convierten en la fuente de nuestra energía vital.

Los prebióticos se encuentran en los alimentos integrales, son sustancias no digeribles que estimulan, selectivamente, el crecimiento de bacterias beneficiosas, impidiendo la proliferación de las bacterias patógenas en el tubo digestivos.

Los Hidratos de Carbono refinados, tal como nuestra sociedad actual los consume, son anti-alimentos, destructores de la salud física y mental del ser humano. En cambio los Hidratos de Carbono naturales, que los llamamos integrales, son indispensables y perfectos para la salud, y nuestro cuerpo trabaja plenamente. Son la principal fuente de energía para todas las actividades del organismo porque se transforman en glucosa de forma lenta, que se almacena para tener disponible constantemente. Sus grasas son asimiladas correctamente para convertirse también en glucosa.

Sin glucosa, las células de nuestro cuerpo, ni pueden cumplir sus funciones vitales como manufacturar las proteínas que construyen los músculos, ni las secreciones de enzimas y de otras sustancias que controlan los latidos del corazón, nuestra respiración, nuestra actividad cerebral y la expulsión de deshechos o toxinas de nuestro sistema.

El consumo de hidratos de carbono refinados es desastroso para las proteínas que, entonces, deben convertirse en glucosa y que no pueden servir para la construcción de tejidos. Además, sólo un 10% de las grasas pueden ser transformadas en glucosa, el 90% restante producen acidosis por acumulación de cuerpos cetónicos (compuestos químicos cuya función es dar energía al cerebro y al corazón en situaciones excepcionales).

Azúcar, el anti-alimento que nos enferma -2ª parte-

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En la primera parte de este post, que podéis leer aquí, comentamos los peligros del azúcar. Sin embargo, el azúcar no es el único dulce que nos enferma. Veamos a continuación qué otros dulces no nos convienen y por qué se consideran anti-alimentos perjudiciales para la salud.

 

La fructosa
La Fructosa es el azúcar de la fruta y es el que más engorda y el que más aumenta los niveles de triglicéridos en sangre. Es especialmente perjudicial en las leucemias, en las patologías hepáticas y en la anemia. Es el antígeno de los glóbulos rojos.
La fructosa no nos sirve como sustituto del azúcar porque no contiene ni vitaminas ni minerales.

 

Jarabe de fructosa derivado del maíz
El Jarabe de Fructosa es un edulcorante líquido compuesto de una mezcla de fructosa y glucosa, altamente tóxico, que produce obesidad, diabetes y cáncer. Por ser más económico que el azúcar de caña y el de remolacha, es el que se utiliza actualmente para la mayoría de bebidas comerciales y alimentos procesados.
Se conoce con el nombre HFCS (High Fructose Cron Syrup) y es el resultado de un proceso de refinado químico. No tiene nada en común con la fructosa de la fruta y el organismo la considera como una sustancia extraña incapaz de metabolizar.
Hay que tener cuidado con los alimentos ecológicos si llevan jarabe de maíz, pues es muy rico en fructosa, yin: expansiva.

 

Miel
La miel industrial se somete a la pasteurización, que elimina todos sus beneficios.
También contiene fibras de asbestos y contaminantes como berilio, vanadio, estroncio, oro y cromo.
La fructosa que contiene puede ser perjudicial para el hígado. No se puede dar miel a los niños menores de 1 año porque todavía no tienen las enzimas para metabolizarla.
La única miel con propiedades es la miel cruda, pero en el momento en el que la introducimos en alguna bebida caliente, pierde sus beneficios. En el cáncer se aconseja NO TOMAR NINGÚN TIPO DE MIEL.

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Evitar los productos light y los cero-azúcar
Existen estudios científicos sobre los alimentos light que demuestran que no reducen el peso sino que pueden llevar a aumentarlo, porque inhiben la secreción biliar, la digestión y las funciones excretoras. Las dietas bajas en grasas pueden elevar incluso el colesterol por la demanda de grasas en las células y tejidos, ya que el cuerpo tiene sus necesidades energéticas. Una dieta prolongada durante mucho tiempo puede también perjudicar los procesos metabólicos, hormonales y la función del hígado y de la vesícula.
En cuanto a los productos sin azúcar, el Aspartame es un edulcorante transgénico y muy tóxico, el más usado en los productos light. Es la causa de muerte en algunos niños diabéticos.
En el futuro habrá que tener mucho cuidado con la Stevia transgénica, porque contendrá sólo un azúcar de la stevia sin ninguna propiedad medicinal.

 

Las frutas
Las personas se preguntan el por qué de la ausencia de frutas en la alimentación macrobiótica, y especialmente en el cáncer. La respuesta nos la da el Dr. Franco Berrino, Director del Departamento de Medicina Preventiva y Predictiva del Instituto Nacional del Cáncer de Milán; miembro de WCRF UK (World Cancer Research), forma parte de una red global de organizaciones benéficas comprometidas en la prevención del cáncer. El Dr. Berrino es una persona que, además, ha estudiado la filosofía macrobiótica.
El Dr. Berrino nos dice que en nuestro cuerpo existe una sustancia indispensable, que nosotros fabricamos, que se llama poliamina y que sirve para la multiplicación celular. Las frutas contienen poliaminas, y es evidente que en esta enfermedad no interesa aumentar esta multiplicación celular.