Meditación: ¿Cómo, cuándo, dónde y por qué meditar? -Tercera Parte-
En los 2 posts anteriores hemos dicho que la primera herramienta de curación eran la Respiración con Visualización, la Relajación, seguida de la Meditación. Hoy nos introducimos en cómo debemos iniciarnos en la práctica de la Meditación.
La Meditación
La meditación diaria nos lleva al bienestar durante su práctica y a mejorar la vida en nuestro aspecto psicoemocional. Nos produce un aumento de nuestra atención, concentración y la capacidad de mejorar la relación con los demás.
Se ha estudiado su práctica dentro de la empresa y se ha constatado que disminuye las bajas y los conflictos y aumenta la resiliencia y la generosidad.
Con la meditación se trata de regresar por donde llegó el Espíritu. El alma descendió por una vía recta, la espina dorsal, y debe recorrer de vuelta este camino. Es necesario saber cómo meditar, cómo desconectar la atención de los sentidos y mantener la conciencia en el “ojo espiritual” que se halla en el entrecejo, es la omnisciente (es el conocimiento absoluto) luz que manifiesta el centro espiritual de Conciencia Crística.
Este ojo de luz y conciencia se percibe en un halo dorado. El ojo espiritual es triple. El aro dorado externo es la luz vibratoria de la Divina Madre y la representación de la creación. El círculo azul dentro del aro dorado es la luz de la Conciencia Crística. La estrella blanca y brillante de 5 puntas en el centro del círculo azul es el Absoluto, la única sustancia verdadera, el portal que conduce a la luz de la Conciencia Cósmica del espíritu por donde se asciende hasta Dios Padre.
La atención y la conciencia dejan de dirigirse al mundo externo y empiezan a orientarse al mundo interior para liberarse de la inquietud y enfocarse en Dios. Se van cerrando los 5 sentidos para focalizarse en el centro de la percepción divina, situada en el entrecejo (6º chakra).
Al retirarse de los sentidos, la fuerza vital y la conciencia revelan la luz del ojo espiritual, a través del cual se llega a los dominios de la conciencia divina. Es una forma eficaz de conseguir ascender como hijos pródigos hacia el Padre/Madre.
Cuando los ojos se hallan enfocados inmóviles en el entrecejo, la respiración y la mente están en calma, se forma la luz tricolor del ojo espiritual. La conciencia nos lleva hacia el interior de esta luz hacia otro mundo. La primera manifestación de estar en contacto con la Fuente es una sensación de paz y de bienestar. Una vez se haya conectado con esta paz estaremos concentrados con el sonido “OM” Oooooooooooommmmmmmmm para alcanzar estadios más profundos de paz y de conciencia. Otro punto para fijar la vista, además del entrecejo, es manteniendo la vista hacia arriba en el tope de la cabeza (7º chakra). La sensación de paz y bienestar se hace extensible también hacia el mundo externo, hacia todos los seres y en todas las circunstancias.
Mirar el ojo espiritual produce paz y pureza, es la representación de una paloma.
Ya no importa el lugar donde hayamos nacido ni qué creencias tengamos, solo tenemos que saber que lo que necesitamos para ascender hacia la Divinidad está dentro de nosotros y que todos somos hijos de Dios. Este es el mensaje de Cristo. La fraternidad con los demás y la filiación con Dios. Todos formamos una misma familia.
- Meditaremos regularmente para mantener un auténtico equilibrio
- Con el confortador velo de paz de la Madre Divina (aspecto femenino de Dios), limpiaré mi conciencia de las atemorizantes pesadillas de la enfermedad, la tristeza y la ignorancia.
Meditación: opinión de la ciencia
¿Por qué en la meditación suceden cambios? Los científicos nos dicen que el cerebro es neuroplástico. La meditación transforma los circuitos neuronales creando unos nuevos circuitos neurobiológicos.
También está en estudio la meditación en las mujeres embarazadas, porque se cree que también pueden mejorar los circuitos del embrión, especialmente durante la formación del cerebro, que ocurre en las 16 primeras semanas de gestación y de esta forma se incrementan las capacidades del niño.
Según el escritor e ingeniero Félix Torán, la meditación aumenta la conexión del hemisferio izquierdo con el derecho y se establecen más conexiones con las diferentes zonas del cerebro. Tenemos un gran potencial por descubrir porque la mente es cuántica, somos energía –luz-, materia y conciencia.
¿Cómo meditar?
Para meditar hay que primero tomar tierra, es decir, poner los pies en el suelo y la cabeza en el cielo. La toma de tierra nos defiende de entidades junto con nuestro anclaje con nuestro maestro: “Me anclo con…”. Si estamos sentados y cubrimos la silla con un paño de seda que llegue hasta debajo de los pies, nos aislaremos de las corrientes magnéticas de la tierra.
En momentos importantes del día como cuando nos levantamos por la mañana, antes de acostarnos y antes de las meditaciones es fundamental que nos anclemos.
Anclar es abrir nuestra percepción con nuestra mente y nuestro corazón para contactar con nuestras jerarquías internas como el “Yo Superior” o Maestro Interno, buscando dentro de nosotros la humildad, el amor incondicional, la serenidad y la paz. También anclamos con nuestro maestro o maestros externos como Buda, Jesús, Yogananda, Gandhi, Enki, etc., seres que están en la luz.
Empezamos la meditación cerrando los ojos y elevando la mirada interna, sin forzarla, hacia el entrecejo, aproximadamente 1 cm más arriba que el nivel de las cejas, porque es el asiento del ojo espiritual o tercer ojo, donde se sitúa la percepción divina. El punto donde se manifiesta la Conciencia Crística. También es el centro de la concentración y de la voluntad.
Si miramos este punto con intención, podemos ver una luz, que puede ser de distintos colores. Si la ves, mira al centro de la misma. Esto es el ojo espiritual o la cueva de la quietud, también llamada cueva de Dios. Después podemos hablarle a esta luz divina de forma sincera, desde el corazón. Pedirle a Dios que se manifieste, que nos responda. La primera respuesta de Dios es una gran sensación de paz que se esparce por todo el ser.
Después sentimos que en nuestra alma hay mucho poder y fortaleza. Sentimos que no estamos solos, tenemos ayuda, porque hay un poder superior al que podemos acudir y que además somos parte de Él.
En la meditación somos como una ola del gran océano de Dios. La ola está sostenida, no está sola, porque tiene todo el mar debajo de ella.
Cuanto más conectamos con Dios, más felicidad interna recibimos. Es el gozo o bienaventuranza interna que sentimos y que se irradia hacia los demás con comprensión y compasión, tratando de hacerlos felices.
También existe la meditación activa, que consiste en concentrar la atención en el aquí y el ahora, con una actividad concreta. Es estar con nosotros, acallando la mente mediante la descripción de la acción que realizamos –voy a coger esto para hacer esto y después haré esto otro…-. Estamos solamente centrados en la acción con atención plena.
Con esta descripción de acciones y la concentración conseguimos focalizar la atención sin ruido mental, con silencio, con paz, que despierta la conciencia y el alma dormidas.
¿Cuándo meditar?
Es fantástico meditar antes de que comience el día. Es un momento de gran tranquilidad, de quietud mental, porque los recuerdos de ayer están borrosos. Estamos con la actitud de recibir el día y no hay miedos. Hay esperanza de que el día transcurrirá y estamos fuertes y preparados para lo que ocurra, tanto si es agradable como conflictivo, no importa porque estamos en paz, armonía, creatividad e ilusión.
¿Dónde meditar?
Tenemos que establecer un lugar tranquilo con silencio ininterrumpido. Podemos usar tapones para los oídos como ayuda temporal, después no serán necesarios. Además de un lugar tranquilo debemos encontrar el tiempo suficiente para meditar. Para empezar, con 20 minutos es suficiente.
Para meditar es mejor estar mirando hacia el este y la postura de medio loto o la posición de loto son adecuadas. Si ninguna de estas posiciones permite que te sientas cómodo, mejor sentarse en un taburete o silla sin brazos. Se puede meditar sentado, tumbado, de pie, caminando, comiendo.
Los muslos estarán paralelos al suelo y la espalda libre de contacto con el respaldo de la silla. Las manos las pondremos con los dedos cruzados sobre el regazo para mantener la energía del cuerpo o bien encima de los muslos. Si notamos una tendencia a inclinarnos hacia adelante, podemos colocar una pequeña almohada en la parte trasera del asiento.
La meditación en Occidente
No es por casualidad que actualmente se escriba tanto y se practique en múltiples centros la meditación y el yoga en sus diversas formas. Ha llegado la hora que en Occidente desnudemos el aspecto espiritual para quedarnos con su esencia, con lo más importante en la vida del ser humano, su comunión con Dios, como lo haría un hijo con su padre. Directamente, sin intermediarios, como lo hacía Jesucristo, que no iba al templo a rezar sino que se retiraba solo para hablar con su Padre en la naturaleza.
Cuando nos sea posible, mejor practicar la meditación en contacto con la naturaleza como lo hacía Él.
En Occidente acostumbramos a meditar sentados, con las manos sobre los muslos o cruzadas en el regazo para mantener la energía. Podemos meditar sentados en una silla o taburete. El asiento debe ser duro, sin acolchar y hay que sentarse en el borde con las plantas de los pies completamente planos en el suelo y separados a la anchura de los hombros, paralelos en el caso de los hombres y en ángulo de 45º en el caso de las mujeres. La espalda debe estar recta desde la coronilla hasta el cóccix.
En la meditación es fundamental mantener la espalda, el cuello erguidos y el mentón paralelo al suelo. Una espina dorsal no erguida desalínea las vértebras y ocasiona presión en los nervios, de manera que mantiene la fuerza vital en su estado de conciencia corporal y mantiene la inquietud mental. Cerramos los ojos y ponemos la espina dorsal erguida y la conciencia enfocada en el entrecejo permiten que la Conciencia Crística pueda recibirse.
Si tenemos dolor de espalda, se puede meditar tumbado.
Beneficios de la meditación en el cuerpo físico
Si se conocieran todos los beneficios, todavía habría muchas más personas practicándola. Según las estadísticas de algunas aseguradoras de salud, los que practican la meditación tienen:
- 87% menos de enfermedades del corazón.
- 55% menos tumores benignos y malignos.
- 30% menos de enfermedades infecciosas.
- 50% menos de visitas a médicos.
La meditación reduce la presión arterial, alivia el dolor crónico, reduce el insomnio, disminuye los niveles de azúcar en sangre en los diabéticos, rejuvenece y ayuda en caso de adicciones.
La meditación mejora la salud, el trabajo y nuestras relaciones con los demás. Nos ayuda en el día a día a concentrarnos más en el aquí y en el ahora. Además nos ayuda a relajarnos con más rapidez, reduce el estrés, nos aporta calma mental, beneficia a nuestro sistema inmunológico, nos da energía, reduce las preocupaciones, nos ayuda a aumentar la memoria y la creatividad.
Sintetizando, somos más felices porque aumentamos nuestra autoestima y la estima a los demás.
Sin embargo, el beneficio más destacable de la meditación es que eleva la conciencia hacia Dios.
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