Insisto siempre en que el cambio de alimentación hacia la macrobiótica es fundamental desde el primer momento de un diagnóstico. Y quiero compartir con vosotros esta historia de superación, porque recuperar la salud es posible!!
Recuperación de cáncer de mama
En el invierno de 1995 sentí la necesidad de saber cómo estaban mis pechos, pero no quería pasar por las radiaciones. Un naturópata me ofreció la oportunidad de revisarlos mediante un termograma, que sirve para detectar, mediante una medición térmica, las densidades de tumores y quistes. Los detecta incluso en fases muy iniciales.
Encontró, en el seno izquierdo, un quiste que parecía maligno y dos más en el seno derecho. Un amigo mío me sugirió un médico oriental en medicina holística que había conseguido muchos éxitos en tratamientos del cáncer.
El Dr. Takamatsu me dijo que tenía que eliminar todos los productos lácteos de mi dieta. Desde que me había convertido en vegetariana, la mayor parte de mi proteína era láctea, y lo que más me gustaba eran el yogur y el queso. Le contesté que sí, porque quería curarme. A continuación me preguntó: “¿Y el azúcar?”
Al cabo de unos días descubrí el libro “La dieta de la prevención del cáncer” de Michio Kushi y un restaurante macrobiótico cercano. Después de otra consulta con Edward Esko, asesor en el Instituto Kushi, en Becket, Massachusetts, seguí estrictamente las recomendaciones macrobióticas y decidí introducirme en mi proceso de sanación holística, por tanto, con participación activa de la mente, cuerpo y espíritu.
Empecé la meditación con respiración yóguica para oxigenar y desintoxicar las células de mi cuerpo. Seguí un tratamiento de acupuntura con el Dr. Takamatsu. Cuatro meses y medio después me hice una mamografía que reveló tejido fibroquístico, pero habían desaparecido los quistes de los dos senos. Ahora me gustaría tener un dispositivo para medir el progreso de mi alma.
Marlene Barrera